(Música al final)
CAPITULO I: El inicio del final.
Año 1231
Todo fue tan rápido que nadie tuvo
tiempo de reaccionar. Se escuchó un fuerte grito lejano pero la espada ya le
había atravesado. La sangre comenzó a brotar de su pecho deslizándose por la
hoja de la espada que tenía clavada hasta llegar a la empuñadura que sostenía
el agresor, el cual se quedó atónito. El joven herido intentó decir algo pero
solo pudo escupir sangre, sin embargo, pudo esbozar una ligera sonrisa. “He
llegado a tiempo” pensó.
El hombre que había atacado al joven
seguía con la mirada perdida sin creerse aún lo que había pasado. Intentó sacar
la espada del pecho del joven sin éxito, le temblaba la mano y no podía generar
suficiente fuerza.
-“¿Por qué…?.- es lo único que salió de
su boca.
-“ Te dije que estabas equivocado, no
querías escucharme”.- consiguió contestar el joven herido.
Detrás del chico, una tercera figura
corrió hacía él y le abrazó llorando.
-“¿Qué has hecho? ¿Por qué te has puesto
en medio? No tenías nada que ver con esto, no tenías derecho a entrometerte.-
decía la voz de una chica.
El hombre por fin pudo sacar la espada
del pecho del otro joven, e intentó caminar hacia atrás pero las piernas le
temblaban demasiado y se tuvo que quedar de rodillas con las manos apoyadas en
el suelo y murmurando para él.
La chica sostuvo al joven quien no podía
mantenerse tampoco de pie y le tumbó poco a poco hasta poner su cabeza en su
regazo.
.-Tengo...tengo que curarte, sabes que
soy buena en esto, déjame verte.- decía , mientras le levantaba la camiseta,
para ver la gravedad de la herida.
No tenía buena pinta, el chico había
perdido mucha sangre en apenas 2 minutos, y la herida le había atravesado hasta el
omóplato, por lo que la cicatrización era prácticamente imposible ya que a ella
apenas le quedaban fuerzas para usar su poder. Pese a todo, puso encima de la
herida sus manos, se concentró y comenzó a enviar un torrente de energía a la
herida. El sangrado parecía remitir aunque sin el debido tratamiento el chico
moriría de todas formas.
No reparó en que el joven estaba mirándola
y apartándole la mano de la herida.
-No malgastes tus energías conmigo,
debes huir, no puedes dejar que te encuentren, o volverá a morir mucha más
gente. No es lo correcto y lo sabes.- le decía.
-¡Cállate!,¿Por qué has venido, si
sabías la verdad?.- la chica apenas podía mantener la voz.
-Ya sabes por qué…..- en ese momento la
expresión del joven cambió completamente, y miró al cielo con un gesto sombrío.
-Vete, ahora.-
-No, no hasta que pare la….- pero el
chico alzó su mano y sin tocarla hizo que saliera volando unos metros para
alejarla de él. Entonces, rodó como pudo y en ese momento una bola de fuego
cayó sobre donde habían estado segundos antes.
Se levantó a duras penas, la herida no
se había curado y tenía el brazo derecho inutilizado.
Cuando alzó la mirada al frente, ellos
ya habían llegado.
Uno de los nuevos, el más pálido y con
la cabeza rapada, ayudó a levantarse al hombre que estaba de rodillas, aunque
parecía no tenerle el mínimo aprecio.
-Vaya,vaya ¿interrumpimos algo?.-
dijo con una voz muy grave.
-Esto no puede continuar así, se
acabó, fue un error.- dijo el hombre que
había asestado el corte al joven.
-Oh, esto no se ha acabado, estamos en la
mejor parte, ¿Verdad, chicos?, pero dejémonos de cháchara y vayamos a lo
importante.- decía riéndose el hombre pálido.
Te digo que…-no pudo terminar la frase, pues
el hombre pálido le asesto una brutal patada en el estómago que le lanzó hasta
un muro donde se estrelló. –Aquí termina nuestra asociación, cobarde.
-¡Maestro! .-dijo el joven. –
Desgraciados…os voy a matar.- y con la mano izquierda materializó una lanza de
piedra dispuesta a lanzársela.
-Vaya, va a resultar que el niño tiene
agallas después de todo. Adelante, intenta darme con eso.- abrió los brazos
para recibir el golpe.
El joven cayó en la provocación de este
y envió su lanza con todas sus fuerzas directo al corazón. En el siguiente
instante tenía al hombre pálido justo en frente suyo agarrándole y susurrándole
al oído.
-Una pena que no me interese jugar
contigo ahora, es hora de despedirse.- y al siguiente instante desapareció otra
vez.
El joven le buscó con la mirada sin
suerte, los otros dos seguían ahí parados. Entonces fue cuando se dio cuenta de
algo, y girándose a toda prisa, fue a lanzar una advertencia, pero era
demasiado tarde.
El hombre pálido estaba justo detrás de
la chica que se estaba reponiendo sin darse cuenta de nada, y sacando su
espada, le ensartó por detrás atravesando su estómago. La joven no tuvo tiempo
ni de saber que había ocurrido, y su cuerpo cayó al suelo al momento mientras
se desangraba.
Otro de los dos hombres que quedaban
cogió al joven y le estampó contra el suelo evitando que se moviera. El joven
no podía hablar, solo podía observar como la chica se moría, sin que él pudiera
hacer nada, y moriría con ella. “Otra vez” pensó, “soy demasiado débil, otra
vez,”. Entonces todo el lugar comenzó a brillar y una nueva catástrofe se
cernía sobre Weyard.