La última cuestión

Es 2105 y el futuro del homo sapiens está en juego.

Hemos superado el hambre y el calentamiento global gracias a la fusión de hidrógeno. Potentes sistemas informáticos redistribuyen la riqueza y los conflictos globales se someten al arbitrio ineludible de la ONU. Ninguna amenaza previsible está fuera de control. Ninguna, excepto Interbrain.

Todo comenzó con los transductores cerebrales. Interfaces nacidos de los videojuegos que decodificaron el pensamiento humano y permitieron la relación directa con los ordenadores. En 2071 los convertidores de señal copiaron el sistema neuronal del cerebro y pronto comenzó a usarse la venerable internet para enviar información de mente a mente. Había nacido Interbrain, aunque la revolución que traería pasó desapercibida para todos.

Hace pocos años 200 jóvenes españoles formaron la primera confederación personal estable. Pronto se dejó sentir en la bolsa, en los gobiernos, en la moda, el enorme poder de centenares de cerebros tomando decisiones al unísono y en tiempo real. Comenzaron a ser tratados como una secta. Paradójicamente, fue el hecho biológico de la muerte el que alejó a las confederaciones personales de todo control. Sucedió el 1 de Enero de 2103, cuando un individuo falleció físicamente pero su back up quedó insertado en el disco duro de su grupo. Más tarde, otros buscaron la muerte voluntariamente para quedarse en Interbrain.

En estos momentos, el modelo de humanidad está en crisis. La asamblea general de la ONU lleva reunida dos meses en sesión permanente inmersa en un debate sobre cuál debe ser el estatus político de las confederaciones personales. ¿Podrán llamarse personas? ¿Serán tratadas como individuos o como colectivos? ¿Cuánto valdrá su voto?

PD: yo mismo os envío este mensaje desde el ordenador que sirve de soporte a lo que fue mi conciencia intelecto, porque yo soy aquel hombre que murió el 1 de Enero de 2103. ¿Me borraran algún día? ¿Podrán llegar estas reflexiones hasta vosotros?  Lo desconozco porque, terriblemente, ya no depende de mi.


INTERBRAIN, La última cuestión, Luis C. Congil

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